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En PBI estamos todos bien, gracias a Dios, y deseamos que junto con vuestras familias estéis todos libres de cualquier complicación por la pandemia.

El mes de abril ha sido un mes de fuerte recuperación de las bolsas y la renta fija aupados por las contundentes medidas de gobiernos y bancos centrales y con la vista puesta al otro lado de la profunda sima por la que hemos transitado. Tras dos meses de confinamiento forzoso, y controlada ya la pandemia en muchos países, se abre una nueva fase esperanzadora de reinicio de la actividad económica.

Todo ha transcurrido en un corto espacio de tiempo, las cicatrices seguro que están ahí, pero la capacidad mayoritaria del tejido productivo para ponerse de nuevo en marcha está, en buena medida, intacta. Esperemos que el buen tiempo mitigue, o mejor sofoque, la capacidad del coronavirus de contagiar y que el reinicio de la actividad sea un éxito para todos.

Perspectivas para los próximos meses

 Los datos publicados en los últimos días, excluyendo algunas economías de Asia, reflejan un colapso de la actividad en todo el mundo. En efecto, el crecimiento del PIB para el primer trimestre mostraba ya una disminución trimestral anualizada del 4,8% en EEUU y una caída no anualizada del 3,8% en la Eurozona –del 5,8% en Francia y del 5,2% en España–, la mayor contracción desde 1995. Los indicadores avanzados muestran caídas muy superiores para el mes de abril. Sin embargo, el calibre de las medidas de política fiscal y monetaria activadas tampoco tienen precedentes y, éstas, sientan las bases para una previsible recuperación de las economías en las próximas semanas.

Entramos ahora en una nueva fase, en la que los distintos gobiernos de Europa y Norte América van a reactivar gradualmente sus economías. Se estima, por un lado, que la situación de partida en esta nueva fase, tras dos meses de confinamiento, recoja un retroceso de las economías que se cuantifica en un 15% del PIB anual. Por otro lado, se estima, asimismo, que la oportuna respuesta dada por los gobiernos, con enormes medidas fiscales, habría sido de una magnitud similar e incluso superior. Estas medidas implementadas por los gobiernos, de alivio temporal a las empresas y a los trabajadores, han permitido amortiguar en buena medida el daño al patrimonio de las familias y las empresas, suponen una notable ayuda para la recuperación posterior y limitan el daño a largo plazo sobre las economías. Aun así, persisten muchas incertidumbres y, es probable, que el camino hacia la recuperación sea difícil y esté lleno de adversidades.

Los gobiernos, tras dejar atrás el pico de contagios, y a medida que el número de nuevos casos diarios de Covid-19 ha disminuido en las últimas semanas, inician el proceso de desescalada o alivio en las restricciones al movimiento de las personas y reapertura de los distintos sectores de la economía. El estricto confinamiento de la población ha durado dos meses, durante los cuales las economías han operado a ralentí. A partir de ahora, la diferencia entre unos y otros países va a depender de la velocidad a la cual la actividad se normalice, en un proceso de levantamiento gradual de las restricciones. Para este fin, va a ser indispensable la limitación de los contagios manteniendo el voluntario, e individual, distanciamiento social. Es posible que, según manifiestan los propios gobiernos –y aun en el mejor de los escenarios–, algunas actividades (turismo, restauración, transporte de viajeros) no puedan reanudarse plenamente hasta el próximo año.

La respuesta de los bancos centrales ha sido igualmente impresionante, con rebajas de tipos de interés, compras masivas de toda clase de activos, líneas de crédito a la banca en condiciones muy ventajosas y líneas de liquidez a países emergentes. Todas estas medidas han sido determinantes para recuperar la estabilidad en los mercados financieros, suavizar las condiciones financieras para empresas y familias y proporcionar un impulso de salida en la nueva fase de recuperación. Por otra parte, si bien el shock de demanda ha deprimido los precios del petróleo y otras materias primas industriales, los mercados de renta variable y los mercados de crédito, impulsados por los bancos centrales, se han recuperado en buena medida del shock inicial y parecen estar mirando más allá de la depresión temporal a la recuperación posterior de las economías.

En todo caso, hay buenas razones para seguir siendo prudentes sobre las perspectivas. No está claro en qué medida se pueda seguir propagando el virus una vez que se levanten los bloqueos. Los gobiernos, no obstante, deberían estar ahora mejor preparados para rastrear y contener los nuevos brotes, pero no es descartable que pueda ser necesario un nuevo endurecimiento de las restricciones. La escasa cooperación global con los países emergentes, y la resistencia por parte de los países del norte de Europa a asumir de forma solidaria los costes de la pandemia, hacen también probable que la recuperación de la actividad económica vaya a ser irregular y desigual.

La pandemia del Covid-19 probablemente conducirá a algunos cambios estructurales en la economía mundial. Es probable que la prevalencia del trabajo presencial frente al teletrabajo se modifique, que las políticas de reindustrialización y las grandes empresas cambien las cadenas de suministro reduciendo la dependencia de China, y que los hábitos de consumo, en alguna medida hayan podido variar. El dominio del mercado por las grandes empresas podría aumentar, algunos sectores habrían quedado obsoletos y podrían surgir nuevos sectores. El crecimiento de la productividad y la capacidad de las empresas para generar beneficios podrían verse afectadas, al menos por algún tiempo.

Fernando González Cantero

Presidente de PBI Gestión Agencia de Valores

 

 

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