En el resumen del mes de la agencia financiera Bloomberg señalaban que octubre estuvo a la altura de su reputación entre los meses más volátiles. En esta ocasión se registraba un “seísmo” en los mercados de bonos soberanos y un fuerte aumento de los costes de la energía. Y, sin embargo, la convulsión en el mercado de bonos no era capaz de detener el implacable repunte de las acciones. Parte del crédito de la pujanza del mercado de acciones se debería a una temporada de publicación de resultados que, aparte de algunos contratiempos sonados, como los de Amazon y Apple, generaba unas tasas casi sin precedentes de sorpresas positivas.
En la última semana, al mismo tiempo que las acciones continuaban su paseo militar, se intensificaba, según Financial Times, una violenta sacudida en los mercados de bonos. La inflación, tozudamente, alta en todo el mundo, y una respuesta agresiva de algunos bancos centrales impulsaban un rápido aumento en los rendimientos de la deuda pública de corto plazo. Al mismo tiempo, las preocupaciones sobre las perspectivas de crecimiento mantenían a raya los rendimientos de los bonos a largo plazo, lo que provocaba un dramático «aplanamiento» de las curvas de rendimiento.
Los mercados de bonos a corto plazo experimentaban una volatilidad sin precedentes. Las ventas masivas en el mercado de bonos en Australia eran las más duras desde 1996. En Canadá el mercado de bonos habría sufrido su peor caída desde 2009. El movimiento del mercado se veía exacerbado porque algunos grandes inversores, en dificultades, se veían obligados a abandonar apuestas de incremento de la pendiente de la curva de rendimientos, a medida que el mercado se movía en su contra.
En Australia, la cifra de inflación, más alta de la esperada, llevaba a los inversores a vender agresivamente deuda a corto plazo, lo que provocaba que el banco central abandonara abruptamente su objetivo de rendimiento para la deuda pública a tres años. El Banco de Canadá provocaba, también, el retroceso de los bonos a corto plazo, al anunciar que podría aumentar los tipos a mediados del próximo año. En el extremo opuesto de la curva de tipos, la deuda a más largo plazo en el Reino Unido se recuperaba el jueves después de que el gobierno recortara sus planes de emisión de deuda.
En los EEUU, la brecha entre los rendimientos de los bonos a dos y diez años se desplomaba a su nivel más estrecho desde el verano. Los bonos del Tesoro americanos sufrían las mayores oscilaciones en ocho meses, según un índice de Ice Data Services. Los bancos centrales de Inglaterra y Canadá normalmente no mueven el mercado de bonos en EEUU. Pero, en esta ocasión, el mayor rendimiento de la deuda pública a corto plazo fuera de EEUU estaría, también, reduciendo la demanda de bonos del Tesoro americanos.
Incluso el Banco Central Europeo, que el jueves 28 de octubre rechazaba las apuestas sobre una subida de tipos en 2022, parecía impotente para luchar contra la liquidación de los bonos a corto plazo y el incremento de los diferenciales periféricos que, también, recibían un impulso de las cifras que mostraban que la inflación de la Eurozona subía al 4,1% en septiembre.
Los futuros de los fondos federales, que los inversores utilizan para apostar por la política de tipos de interés de la Fed, mostraban recientemente un 77% de probabilidad de un aumento de tipos para julio de 2022 y un 89% para septiembre de 2022. Niveles que contrastaban con los de hace un mes, tan sólo, en el 15% y 27% respectivamente. Un indicador de las apuestas sobre inflación en EEUU, los swaps de inflación del IPC, mostraba la expectativa de que la inflación se mantendrá alrededor del 6% hasta febrero. Las expectativas de inflación basadas en encuestas compiladas por la Fed de Nueva York, aumentaban por encima del 4% en un horizonte temporal de uno y tres años.
Si la inflación está fuera de la botella o no, todavía puede estar en duda, señalaba Econoday, pero hay mucho humo saliendo de la parte superior. Las empresas americanas estarían aumentando los salarios para atraer y retener trabajadores. El índice de costes del empleo subía un 1,3% en el tercer trimestre y un 3,7% en tasa anual (4,2% los sueldos y salarios). Ambas tasas de crecimiento se situaban fuera del rango de consenso. Y, sin embargo, el crecimiento de los costes salariales en EEUU se situaba por debajo de la inflación, medida por los gastos de consumo personal, PCE, en el 4,4%. Pero, la inflación salarial añadiría leña al fuego de un conjunto de señales de aceleración de los precios.
Según Lisa Shalett, directora de inversiones (CIO) de Morgan Stanley WM, el mercado de bonos estaría señalando que la Fed habría perdido el tren, y estaría ya muy “por detrás de la curva”, y que se avecina una decisión de política monetaria que ya llegaría en un momento inoportuno, un “accidente de política” en sus palabras. Shalett añadía que, en última instancia, éste será un ciclo de subida de tipos mucho más corto con un valor terminal más bajo. Según Shalett, el mercado de bonos estaría emitiendo señales bastante duras que el mercado de acciones estaría ignorando hasta la fecha.
El previsible anuncio del comienzo de la reducción gradual de las compras de activos por la Fed, el miércoles 3 de noviembre, y una posible subida de tipos del Banco de Inglaterra, el jueves día 4, representarían señales inequívocas del inicio de la retirada de los estímulos de emergencia. En cuanto a otros indicadores, el IPP de precios a la producción de la Eurozona, se publicará el jueves 4, y se espera una aceleración aún más importante, al 15,2% en tasa anual, desde el 13,4% del mes anterior. Lo que, de confirmarse, pondría más presión sobre el BCE para un giro en la política monetaria.
Por todas estas razones, seguimos pensando que el mercado de acciones no se puede mantener al margen de una economía que, a juicio de AXA IM, presentaría riesgos de un choque asimétrico, caracterizado por una inflación persistente y una marcada desaceleración del crecimiento.
Fernando González Cantero
Presidente de PBI Gestión Agencia de Valores