Al cierre de año la renta fija y la renta variable registraban, de forma simultánea, las mayores ganancias en más de dos décadas. El desempeño de los mercados daba un giro radical con respecto al cierre del año pasado, cuando el S&P 500 registraba su peor diciembre desde 1931. Detrás del buen ejercicio del año estarían la mejora de las perspectivas de la economía en el último trimestre, el progreso en las negociaciones de EEUU y China y los tres recortes de tipos de interés de la Fed. Y, sin embargo –y en paralelo–, el temor a una recesión mundial, exacerbada por los conflictos comerciales, golpeaba a los mercados en los meses de mayo, agosto y septiembre. Estas circunstancias empujaban a los inversores hacia activos tradicionalmente más seguros como el oro y la deuda pública.
El resultado final: un ascenso anómalo (por la coincidencia) tanto de los activos de riesgo, como de los más defensivos.
De forma generalizada, a lo largo de 2019 cristalizaba una desaceleración en la actividad económica global, especialmente en el sector manufacturero. La evolución de la economía y los mercados se veía perjudicada especialmente por las incertidumbres relacionadas con el comercio internacional, dando paso, en los últimos dos meses, a una cierta estabilización de los indicadores.
Al cierre de 2019 la economía, a nivel global, no presenta rasgos ni muy positivos ni muy negativos. En EEUU el vigor del consumo junto con una política fiscal muy expansiva y las bajadas de tipos de la Fed permiten anticipar que el crecimiento del PIB en 2020 podría situarse entre el 2 y el 2,7%. En Europa, por su parte, la economía se ha desacelerado, notablemente, pero todavía mantienen un nivel de crecimiento potencial entre el 1 y el 1,5% en 2020. La economía China se ha desacelerado, y ello ha generado mucha inquietud, sin embargo, los datos más recientes parecen confirmar que la situación resulta manejable para las autoridades chinas.
Por todo ello, no cabe anticipar una desaceleración importante del crecimiento en ninguna de las economías más importantes. Ello no excluye que algunos países y algunos sectores puedan caer en recesión por razones particulares. Dos países que presentan una situación más delicada son Japón y Alemania. Hay, por otra parte, sectores más expuestos al comercio internacional que son ciertamente más vulnerables. Este es el caso particular del sector manufacturero, que probablemente esté en recesión en la actualidad.
De cara a 2020 uno de los factores clave a vigilar será la evolución de las negociaciones bilaterales UK/UE tras el Brexit, que previsiblemente tendrá lugar a finales de enero. Otro evento clave será el juicio político a Donald Trump, que se espera se concrete al inicio de año y que podría influir sobre el resultado de las elecciones americanas. Hasta ahora, no obstante, todo parece indicar que Trump será absuelto por el Senado (mayoría republicana) de los cargos que le imputaba la cámara baja. Por ello, es previsible que no haya impedimentos a la candidatura de Donald Trump a las presidenciales del 3 de noviembre 2020.
La plataforma para la reelección de Trump mantiene, por otra parte, sin cambios, las agresivas políticas de proteccionismo, y por tanto, la incertidumbre comercial se mantendrá previsiblemente a lo largo de 2020 con un efecto depresor sobre el crecimiento del resto del mundo. La eventualidad, por otra parte, de la elección en las primarias del Partido Demócrata de alguno de los candidatos con planteamientos más radicales –Elizabeth Warren o Bernie Sanders- añadiría un considerable nivel de incertidumbre para grandes sectores de la economía americana, como la salud, la energía o el sector tecnológico, que, por consiguiente, podrían experimentar una mayor volatilidad a medida que se aproxime la fecha de las elecciones.
Las revueltas populistas en muchos países emergentes –Bolivia, Colombia, Líbano, Irak, entre otros– y en algunos inopinados como Hong Kong o Chile. El populismo se va extendiendo como una mancha de aceite, tanto en países desarrollados (Trump, el Brexit, Italia) como emergentes (Filipinas, Brasil, Argentina), con un impacto potencialmente importante en las economías de estos países y en las estructuras del comercio internacional.
De cara a 2020, otros riesgo tienen su origen en la situación de los fundamentales del propio mercado. Las excesivas valoraciones de algunos segmentos de la renta variable y de la renta fija –tanto privada como pública– por la masiva llegada de recursos con origen en las políticas de relajación cuantitativa de los bancos centrales. El propio mensaje contradictorio de los mercados en 2019: con un fuerte desempeño de la renta variable acompañado de una notable reducción de la rentabilidad de los bonos.
La estabilización de la economía en un entorno de costes financieros muy bajos representa un entorno favorable para la renta variable. Algunos mercados emergentes, debido a los cambios en los flujos comerciales, pueden verse favorecidos por la rivalidad chino/americana. La propia bolsa china, cuya economía continúa creciendo, si bien a un ritmo más lento. Las bolsas europeas, que han tenido un desempeño significativamente inferior al de la bolsa americana y, en especial, la bolsa del Reino Unido perjudicada por el Brexit. Según Franklin Templeton, también presentan atractivo los valores más innovadores y punteros de la bolsa americana.
Los niveles actuales de tipos podrían representar un desafío para los mercados de renta fija de consolidarse la recuperación de la economía. En renta fija, mantienen su atractivo algunos bonos de países emergentes tanto denominados en divisas fuertes como en moneda local. Dado, no obstante, lo avanzado del ciclo de crédito, hay que ser muy selectivo con los emisores. La deuda pública, con rendimientos negativos, carecería de cualquier atractivo en un entorno de estabilización del crecimiento.
Fernando González Cantero
Presidente de PBI Gestión Agencia de Valores
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