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El brote del coronavirus domina la escena en estos momentos y, es probable, que tenga un gran impacto negativo en la actividad económica en China, con efectos colaterales para el crecimiento global. La epidemia actual es similar a la del brote del coronavirus SARS en 2002/03.  Lo ocurrido entonces sirve de punto de partida de referencia para analizar las consecuencias que puede tener el brote actual. Con el SARS, se producía un retroceso en la actividad industrial y comercial, aunque la situación se revertía rápidamente. Es probable que la actual epidemia tenga un patrón de desarrollo similar.

La incertidumbre sobre la posible propagación del coronavirus ha llevado a una huida del dinero hacia la seguridad, principalmente hacia la deuda pública de EEUU y los bonos de primera calidad. A corto plazo es previsible que el flujo de noticias del coronavirus empeore, con un crecimiento exponencial del número de casos, y que los inversores se encaminen hacia activos seguros. Esto es exactamente lo que sucedió durante la crisis del SARS a principios de 2003 y lo que está sucediendo ahora.

Según Banque Safra Saracin, durante la epidemia de SARS que comenzó a finales de 2002 y se prolongó hasta mayo de 2003, la rentabilidad de los bonos del Tesoro americanos –buen barómetro del sentimiento del mercado en aquel periodo– se redujo bruscamente, a medida que el número de individuos infectados aumentaba, alcanzando un mínimo a mediados de marzo de 2003. A esta fase, le sucedía otra con un rápido rebote de la rentabilidad ante los primeros síntomas de contención de la epidemia.

El coronavirus actual, denominado 2019-nCoV, parece ser más contagioso y aparentemente puede transmitirse incluso si la persona infectada aún no muestra síntomas. Esto hace que el brote actual sea más difícil de contener, lo que parece confirmarse por el hecho de que el número de personas infectadas crece de forma mucho más rápida que durante el brote de SARS. Y, sin embargo, lo que lo diferencia también es que la tasa de mortalidad se estima notablemente inferior, lo que hace que este brote tenga más similitudes con una gripe grave que con el brote del SARS.

A corto plazo, el flujo de noticias probablemente empeorará, ya que todavía estamos en la fase de crecimiento exponencial de la propagación del virus. Es probable que los nuevos casos también se multipliquen fuera de China, lo que generará preocupación ante una posible propagación generalizada.

El brote epidémico y su impacto en las economías de China y sus vecinos asiáticos, neutralizará, en parte, el impulso por la mejora del ciclo manufacturero y por las políticas monetarias acomodaticias. Nomura espera que el hachazo al crecimiento del PIB de China del primer trimestre pueda superar al sufrido durante el brote de SARS. El posible impacto sobre la economía global, sin embargo, podría ser mucho mayor por el mayor peso de la economía china. En 2003 China representaba solamente el 4% del PIB mundial; en la actualidad su participación en la producción y el comercio mundial ha aumentado al 17%. El impacto, no obstante, se amortigua por el manejo de la situación por el Gobierno chino que, en esta ocasión, ha sido mucho más proactiva y transparente.

Distintos países y aerolíneas de todo el mundo restringían su contacto con China después de que la Organización Mundial de la Salud designara el brote de coronavirus como una “emergencia de salud pública de interés internacional”. Rusia, cerraba su frontera terrestre de 4 mil km con China.  El Departamento de Salud de EEUU establecía una cuarentena obligatoria de 14 días para los americanos que viajen desde China. Algunas compañías advertían que el brote de coronavirus en China podría interrumpir las cadenas de suministro o perjudicar los resultados financieros. Hyundai Motor manifestaba que planea detener la producción surcoreana de un vehículo deportivo para hacer frente a una interrupción del suministro causada por el brote del virus. Apple manifestaba que cerraría todas las tiendas oficiales y oficinas corporativas en China continental hasta el 9 de febrero. Por su parte, Walt Disney cerraba sus resorts y parques temáticos en Shanghái y Hong Kong. De la misma forma, un gran número de grandes compañías tomaban medidas similares.

La eventualidad de una pandemia global desencadenaría estrictos controles para su contención, lo que perjudicaría a las cadenas de suministro, a los beneficios empresariales y al crecimiento global. La economía global, en los últimos meses, venía mostrando síntomas claros de un repunte cíclico. Si el virus se controla dentro de los próximos dos meses, el impacto en el PIB mundial y en los mercados financieros debería ser temporal. Una pandemia más duradera probablemente conduciría a efectos negativos más persistentes en el crecimiento económico mundial y en los activos financieros.

Entramos en un período donde las oscilaciones entre el pesimismo y la recuperación de la confianza probablemente se alternarán. Como es habitual durante un movimiento generalizado de reducción de riesgo, la renta variable soportará la mayor parte de la presión. Los diferenciales de crédito también se ampliarán, aunque una disminución en las tasas libres de riesgo en divisas fuertes amortiguará el impacto tanto en los bonos corporativos como en la renta fija emergente denominada en estas divisas.

Fernando González Cantero

Presidente de PBI Gestión Agencia de Valores

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