Skip to main content
[et_pb_section fb_built=»1″ _builder_version=»3.0.47″][et_pb_row _builder_version=»3.0.47″ background_size=»initial» background_position=»top_left» background_repeat=»repeat»][et_pb_column type=»4_4″ _builder_version=»3.0.47″ parallax=»off» parallax_method=»on»][et_pb_text _builder_version=»3.0.47″ background_size=»initial» background_position=»top_left» background_repeat=»repeat»]

Pese a que la economía mundial sigue creciendo al ritmo más rápido desde 2011 y la Reserva Federal (Fed) disipaba temores sobre una más rápida subida de tipos, la calma de los mercados se veía perturbada por vientos de cambio en la regulación de las empresas tecnológicas y por la dura retórica proteccionista de la Administración Trump, con la imposición de aranceles del 25% a la importación de acero y del 10% a la importación de aluminio.

Ante la incertidumbre política, los mercados en un primer momento se ponían en lo peor: la guerra comercial a escala global, con consecuencias muy negativas para las economías. Sin embargo, las medidas arancelarias se atenuaban antes de su entrada en vigor, ciñéndose al contencioso bilateral entre EEUU y China. En este sentido, EEUU concedía excepciones temporales a casi todos los países exportadores de acero y aluminio salvo a China y a Japón, que también negociaban excepciones. China tomaba represalias imponiendo aranceles sobre tres mil millones de dólares de una amplia gama de productos americanos: el 25% sobre la carne de cerdo y otros ocho tipos de productos, del 15% sobre las frutas y 120 tipos de productos básicos.

La Casa Blanca, a mediados de mes, bloqueaba la compra de  la empresa americana de semiconductores Qualcomm por la china Broadcom, por motivos de seguridad nacional.  Y, amenazaba a China con nuevos aranceles, esta vez sobre 60 mil millones de importaciones.  El viernes 6 de abril se espera que la Administración Trump divulgue una lista de productos que, a su juicio, son objeto de violaciones de la propiedad intelectual por  parte de China. Al parecer estarían analizando 1,300 categorías diferentes, de las áreas de semiconductores, comunicaciones y la industria aeroespacial.  La industria de los EEUU dispondrá entonces de 30 días para hacer alegaciones. Después de eso, la Administración tendrá, al menos, 180 días para decidir sobre qué productos se aplicarán los aranceles.

El secretario del Tesoro Steven Mnuchin se declaraba optimista: las conversaciones con China podrían evitar la necesidad de imponer nuevos aranceles y Mnuchin estaba «prudentemente esperanzado» sobre que China acepte abrir los mercados y «detener la transferencia forzada de tecnología». Se especula, también, con que EEUU podría, asimismo, aceptar como pago una mayor cooperación en torno a otros problemas, tales como la seguridad nacional. En este sentido, puede no ser pura coincidencia que el aparente avance de las negociaciones con Corea del Norte haya estado acompañado de la más enérgica postura de EEUU en materia comercial.

Los vientos de cambio en la regulación de las empresas tecnológicas deprimían, asimismo, los ánimos de los inversores:  las medidas de EEUU para frenar la transferencia tecnológica a China, dificultando las operaciones corporativas entre empresas de ambos países; el anuncio de la Comisión Europea del establecimiento de un nuevo impuesto del 3% sobre la facturación en Europa de las grandes compañías de internet;  y la entrada en vigor en la UE, en mayo, de una regulación más estricta sobre las empresas de Internet y medios sociales.

Las acciones de Facebook se desplomaban, tras las acusaciones a la empresa Cambridge Analytica de haber utilizado datos de 50 millones de usuarios de Facebook para condicionar los resultados de las últimas presidenciales en EEUU y del referéndum del Brexit. El Presidente Trump, por otra parte, sacaba a relucir su enemistad personal con Jeff Bezos, CEO de Amazon, desplegando su artillería tuitera contra el gigante del comercio on-line y deprimiendo el valor en Bolsa.  La enemistad provendría de la propiedad por Bezos del Washington Post, periódico que viene adoptando una firme postura anti Trump. 

 La reacción de China va a ser clave en este conflicto.  China ha adoptado un tono conciliatorio limitándose, hasta ahora, a represalias sobre tan solo $3.000 millones de productos importados de EEUU. Por su parte, los EEUU desean una mejor protección de los derechos de propiedad intelectual, que China permita un mayor acceso a su mercado interno y reduzca los subsidios a determinadas industrias excedentarias.  La Casa Blanca, en definitiva, desea menos barreras comerciales y menos proteccionismo. Además, las conversaciones iniciales entre China y EEUU comenzaron muy rápidamente, señal de que Pekín estaría considerando hacer concesiones para abrir los mercados y las empresas de China.

Es probable, por otra parte, que el impacto de los cambios regulatorios sobre las empresas de Internet sea manejable. Los anuncios políticos no están entre sus diez principales fuentes de ingresos, por lo que cualquier regulación estricta no afectaría significativamente su rentabilidad. Y el impuesto del 3% sobre las ventas on-line, si se llega a implementar – se oponen Irlanda y Luxemburgo – se estima que tendría un impacto sobre los ingresos de las compañías de venta por internet de tan sólo un 5%.

La evolución económica ha seguido siendo favorable y hay buenas expectativas para los resultados empresariales del primer trimestre.  Además, los últimos acontecimientos sugieren que el peor de los escenarios comerciales estaría lejos de ser el más probable. Sin embargo, todas las negociaciones comerciales importantes son largas y complicadas y no esperamos que la prima de riesgo se evapore de la noche a la mañana. La presencia de nuevas incertidumbres en la regulación de las empresas tecnológicas añade, también, un factor de inestabilidad en un sector con valoraciones muy exigentes.

 

Fernando González Cantero

Presidente de PBI Gestión Agencia de Valores

[/et_pb_text][/et_pb_column][/et_pb_row][/et_pb_section]

Leave a Reply