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En los últimos días de mes los datos económicos superaban las expectativas. En EEUU las ventas de viviendas nuevas aumentaban un 36% en julio, en tasa anual, y las ventas de vehículos a motor también crecían con fuerza. En la Eurozona los indicadores de clima empresarial también mostraban un mayor optimismo sobre la recuperación de las economías. En Alemania, el índice de clima empresarial IFO resultaba mejor de lo esperado, con una lectura cercana a sus niveles anteriores a la pandemia. En China, el dato de julio de los beneficios de las empresas industriales aumentaba casi un 20% en tasa anual, frente al 11% en junio. En EEUU, sin embargo, veíamos un deterioro de la confianza del consumidor y las peticiones semanales de subsidio de desempleo se situaban, todavía, por encima del millón de trabajadores. Todo ello reforzaba el buen tono de los mercados en agosto, impulsados por la confianza en la superación de la pandemia, por los desarrollos de vacunas y nuevos tratamientos.

El evento más esperado de la última semana del mes, dentro del Simposio Anual de la Reserva Federal en Jackson Hole (Wyoming), era el discurso del presidente de la Fed, Jerome Powell, que había anunciado se centraría en la revisión de los objetivos de política monetaria. Se esperaba que Powell presentase lo que se ha venido en denominar “objetivo de inflación promedio”, y eso es exactamente lo que sucedía. La Fed a partir de ahora tendrá como objetivo una tasa de inflación promedio del 2,0% a lo largo del tiempo, lo que le permitirá tolerar períodos en los que la inflación esté por encima del 2,0%, para compensar los períodos en los que haya estado por debajo. Lo cual implica una política monetaria más laxa, con tipos de interés más bajos durante más tiempo. En concreto, en la situación actual, el cambio de objetivos refuerza lo que los mercados ya venían anticipando, que la Fed mantendrá su política de tipos de interés cero en los próximos 3 o 4 años. El anuncio de Powell representa un adelanto de la revisión más completa que se presentará en la reunión de la Fed en septiembre. Además de las metas de inflación promedio, Powell también señalaba que la Fed estará dispuesta a tolerar situaciones del mercado laboral más boyantes que en el pasado; en las que el desempleo caiga a niveles más bajos. Esto último, debería propiciar, permitir, mayores crecimientos salariales en el ciclo antes de que la Fed actúe aumentando los tipos de interés.

Solo el tiempo podrá dar la razón a la Fed. La inflación viene mostrándose indiferente ante políticas monetarias muy expansivas y no sabemos si este profundo giro en la política monetaria será eficaz. Muchos analistas se inclinan a pensar que el mundo se enfrenta con un escenario de deflación y no de inflación. Y, sin embargo, no es descabellado pensar que pueda producirse un aumento de la inflación a medio plazo. Los bancos centrales vienen practicando políticas monetarias super expansivas, la Fed declara explícitamente una mayor tolerancia para permitir que la inflación sobrepase sus objetivos. A ello se suman otros factores que pueden impulsar la inflación en el medio plazo: tales como los shocks en las cadenas de suministro, la desglobalización, y la menor competencia, por el dominio de grandes oligopolios. Una inflación más alta podría, también, resultar tentadora desde el punto de vista político, como un medio para reducir los altos niveles de endeudamiento.

Si los tipos de interés actuales se mantienen durante más tiempo y los bancos centrales alientan niveles de inflación más altos, los costes financieros caerían aún más. Esto debería ser positivo para el mercado inmobiliario y podría alentar a las empresas a invertir en ampliar capacidad y en una mayor digitalización. Desde el punto de vista de los mercados, el nuevo enfoque de la Fed es un aliciente más para mantenerse en activos de riesgo.

Algunos activos se beneficiarán más de la confianza en el éxito de las nuevas políticas para aumentar la inflación: los activos reales, los bonos ligados a la inflación, las acciones de empresas que puedan beneficiarse de la fijación de precios, e incrementar sus márgenes. Es probable, también, que viéramos un giro en las preferencias en renta variable: desde el factor crecimiento al factor valor. Es decir, desde el sector tecnológico hacia los valores más cíclicos: industriales, bancos y materiales básicos; desde la bolsa americana hacia las bolsas europeas y asiáticas.

Fernando González Cantero

Presidente de PBI Gestión AV

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